Activar en defensa de Nuestro Cine, por Fernando Krichmar

Publicado por docacine

En los Martin Fierro de cine Graciela Borges dijo:

Mi pedido especial es que no nos digan cómo tenemos que hacer cine, sabemos cómo tenemos que hacerlo. Toda la tribu amada, acá, sabe cómo hacer cine, que no nos digan más cuántos espectadores debemos meter para ser buenos, no es algo en lo que pensemos siempre”

 En ese mismo discurso también había resaltado: “No bajemos los brazos, porque sino no vamos a poder seguir haciendo esto, porque el mundo está lleno de imágenes del cine argentino, y a veces parece que olvidaran eso, que nos hicieran dar todo el tiempo pruebas de qué grandes somos. En el mundo el cine argentino está colocado de una manera impresionante, lo sabemos, y estamos felices de ello. Ganamos premios en festivales, pero lo que más amamos es hacerlo, que nos dejen hacerlo, que nos apoyen, pero que nos dejen contar lo que queremos.

Luchamos mucho por el cine. Garra, corazón y nervio, como dicen en el fútbol. Y no bajemos los brazos. Sino no vamos a poder seguir haciendo esto, porque el mundo está lleno de imágenes de cine argentino. Y a veces parece que olvidaran eso».

«Que nos hicieran dar todo el tiempo pruebas, pruebas, pruebas de qué grande somos. En el mundo, el cine argentino está colocado de una manera impresionante. Lo sabemos. Ganamos premios en festivales, pero en realidad lo que más amamos es hacerlo, que nos dejen hacerlo, que nos dejen contar lo que queremos”

Luego de esto a Graciela Borges le cayó la caterva de troles del gobierno a tal punto que tuvo que cerrar sus redes sociales.

El alud de críticas fue tan intenso que la actriz decidió despedirse de su cuenta de X –la plataforma antes conocida como Twitter–, lamentando la incomprensión de su mensaje. No hablo de política ni de ningún gobierno”, aclaró en su descargo final, publicado antes de dar el adiós. “Lamento mucho que no se haya entendido mi mensaje”, señaló con una mezcla de resignación y tristeza.

También habló Mirta Legrand

“Muchas gracias, buenas noches, ¡por favor, no cierren el Incaa!”, arrancó la Chiqui sin vueltas y se ganó su primera ovación. “Es lo primero que se me ocurre, por favor no cierren el Incaa”, insistió. “Estoy muy feliz, soy un producto del cine argentino, hice no sé si 33 o 34 películas porque hay una que me falta, 36 aquí me dicen. Bueno, las voy a contar en mi casa después”, compartió, con gracia. Luego, destacó que es un producto del cine argentino, como también su hermano, José Martínez Suárez, y su gemela Goldi, para quienes pidió un aplauso.

“En mi casa se amaba y se ama al cine argentino. De manera que tenemos que continuar haciendo películas. Si hay gente que de pronto recibió un crédito y no devolvió el dinero que correspondía, bueno, esa queda fuera. A esa gente no le damos más nada, pero no se puede cerrar el Incaa porque el cine argentino es el cine más importante de habla hispana. Así que lo tenemos que mantener los argentinos. Hagamos fuerza y esto va a continuar, haciendo películas maravillosas con premios”, expresó, convencida. Por último, la conductora se despidió con una frase del Martín Fierro: “Los hermanos sean unidos porque esa es la ley primera, porque si se pelean los devoran los de afuera, así que no nos dejemos devorar”.

Tal vez lo más político de la velada fue el gesto de María Aiche y Benjamín Naishtat que cedieron su “discurso” al decano de la facultad de Filosofía y Letras de la UBA Ricardo Manetti, en total coherencia con “Puan”, su peli, premiada en el evento, cuyo final anticipa dramáticamente la crisis actual de desfinanciamiento universitario impulsada desde el gobierno.

En estas tres intervenciones de tres generaciones de gente de cine ubicados en situaciones totalmente distintas alertan sobre los peligros que acechan a nuestro cine.

La idea del “libertarianismo” parece ser anular la memoria histórica y cultural de nuestro pueblo, aplastando por consenso o directamente con represión cualquier intento de resistencia popular como se expresó en la represión en el Gaumont el 14 de marzo cuando se movilizó masivamente la comunidad cinematográfica.

Lejos estaba la realidad de nuestro cine de ser la ideal, pero habíamos logrado una coexistencia relativamente virtuosa entre todos los sectores que yo llamo “ecosistema”, desde la vía digital documental, obtenida con la lucha de los documentalistas en 2006 que representó el 4 o 5% del costo medio de una película nacional (que según la ley de cine debe determinar cada año el INCAA). Esta “vía” que no exigía antecedentes y cuyos comités de selección para recibir el apoyo del INCAA se integraban por los mejores documentalistas elegidos por las seis asociaciones de documental que hay en el país (lo cual, en contradicción total con la idea actual del gobierno de que eran miradas parciales, ya que garantizaban una diversidad de enfoques, miradas y tratamiento estético). Además de lograr con este método la realización de más de mil largometrajes cinematográficos documentales, se alcanzaron varios logros: en primer lugar el acceso masivo de estudiantes y realizadores nuevos al sistema cinematográfico nacional; en segundo lugar, con la lucha y la incorporación de documentalistas al consejo asesor del INCAA y a la Asamblea Federal, órganos de cogobierno del INCAA según la Ley de Cine, se fueron logrando otras conquistas, como cupo igualitario de género y cupo regional (provincias extra-caba en los comités de selección) y que se fijara en un 10% del costo medio de película nacional para cada vía digital.

Esta es la base del citado “ecosistema” cinematográfico y provee aproximadamente el 50% de las 200 películas argentinas anuales desde hace más de 10 años. Y muchos realizadores que empezaron haciendo una vía digital pasaron a realizar cine regional o independiente de ficción, el segundo e igualmente débil eslabón del sistema. Luego están las grandes producciones asociadas a multimedios o plataformas de streaming que se “nutren” de directorxs, guionistas  técnicos y actores surgidos de estas experiencias.

Este ecosistema incluía a la ENERC que fue sumando sedes regionales y a lxs trabajadorxs del INCAA que mantenían esta estructura en funcionamiento.

Si bien se peleó por lograr este 10% con el que se realizaba el 50% del cine nacional, hubo peleas inconclusas en el área de la distribución (nunca se logró compensar con los espacios INCAA el boicot hacia el cine nacional de las grandes cadenas de cines y menos aún se les hizo respetar la cuota de pantalla nacional que existe por la Ley de Cine y que, habría que agregar, ni el mismo Gaumont la respetaba).

Otra falencia fue no haber podido lograr que el fondo de fomento a la cinematografía engrose sus entradas haciendo tributar parte de su facturación a las plataformas de streaming.

Ambas cosas, la cuota de pantalla y espacio en la oferta de exhibición e impuestos a la facturación de las plataformas son realidades en Francia, Alemania, Suiza, España, Corea y casi todos los países con una cinematografía nacional.

El gobierno libertariano, en su afán de convertir al país en una factoría exportadora de materias primas, quiere destruir nuestra cinematografía nacional como dejan claro las intervenciones de las actrices citadas.

El nuevo presidente del INCAA, Carlos Pirovano, además de desguazar la estructura del organismo a base de despidos de trabajadores, confiesa su ignorancia sobre el tema “no leo libros ni veo películas”. Es natural, su anterior trabajo fue el de ser administrador de canchas de tenis (Vilas Racquet), y quiere que el INCAA “solo financie películas exitosas”, de ahí la intervención de Graciela Borges.

Contra este proyecto hay que oponerse por defensa propia, no solo los que hacemos o estudiamos para hacer cine, sino también para defender nuestro cine, con 115 años de historia en nuestro país, tanto como industria como acervo cultural nacional.

El cine, es el “padre” de todas las “pantallas”. A todxs nos atraviesa en nuestro proceso de subjetivación, tal vez por eso, sin saber “´técnicamente” nada de su producción, todxs se animan a opinar sobre el mismo. En ese sentido pasa lo mismo, en nuestro país, con el fútbol, todos se creen directores técnicos aunque al patear una pelota se saquen la cadera. Carlos Pirovano en el INCAA es como si Mirta Legrand, siguiendo los consejos de su querido hermano el gran cineasta José Martinez Suarez, ilustre hincha de Racing Club, fuera puesta a dirigir la selección nacional de Fútbol. Por suerte Chiqui Tapia no convocó a su homónima la Chiqui Legrand; Milei en cambio puso los destinos de nuestro cine en manos de un ejecutivo de canchas de tenis.

Ya realicé una nota sobre el tema que lamentablemente mantiene sus argumentos intactos en cuanto al daño al patrimonio intangible que ataca este gobierno, como las falacias económicas que argumentan. Como no quiero repetirme, los derivo a esta nota que tiene detallados argumentos artísticos, industriales y económicos: “El INCAA y el cine documental, verdades y falacias, negocios y censura” (2) 

PROPUESTA CONCRETA

Queremos convocar a realizadorxs, estudiantes, trabajadorxs del INCAA, técnicos, actores y compañeros comprometidos con la cultura a una acción cultural masiva y perfomática que visibilice la actual situación de destrucción de nuestro cine. Para eso formaremos un grupo abierto para recibir propuestas de acción y organizarnos por un cine argentino diverso y pujante.

También la realización de asambleas unitarias y masivas para coordinar un plan de lucha en defensa de nuestro cine y por el cese de la política de destrucción masiva de Carlos Pirovano.

(1)  En una encuesta de las 100 mejores películas del cine argentino llevada a cabo por el Museo del Cine Pablo DucrósHicken en el año 2000, la película alcanzó el puesto 14.1​ En una nueva versión de la encuesta organizada en 2022 por las revistas especializadas La vida útil, Taipei y La tierra quema, presentada en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, la película alcanzó el puesto 4.

(2)  El INCAA y el cine documental, verdades y falacias, negocios y censura – Puro Contenido

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